sábado, 16 de marzo de 2013

Mi Hebrea, Mi Esperanza




Hoy te he podido ver de Hebrea, sencilla y divina como solo tú lo eres, Mi Esperanza, anhelo que llegue el día que te pueda ver otra vez en la calle y así todo Oviedo puedo contemplar tu rostro. Humilde nazarena que desde tu trono nos miras compasiva como solo tú María lo podrías hacer. Madre del Adviento, tú que brillas como los primeros rayos de luz de la mañana, hoy te contemplo de una forma humilde, afable, sin esos trazos de oros y esas finas vestiduras, con un porte sobrio y sosegado que nos muestra tu lado más humano, que aferrándote a la corona que llevará tu hijo nos dejas claras muestras que estas, otro año más, preparada para vivir esa Semana Santa, semana de Pasión, Muerte pero sobre todo Resurrección  pues es esta la verdadera piedra angular para nuestra Fe, porque como tú hijo, nosotros también subiremos al cielo y allí nos encontraremos con nuestros seres queridos y disfrutaremos de la vida eterna.





¡Oh! Virgencita mía,
¡Oh! Divina Señora,
¡Oh! Virgen de la Esperanza.


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